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10 de julio de 2017

HACE 20 AÑOS

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DÍAS DE ANGUSTIA!!!!!
ESPAÑA HACE 20 AÑOS .....RECUERDAS?    ......    ESTABA AMENAZADA POR PERSONAS PERTENECIENTES A UNA BANDA TERRORISTA " ETA"

Nueve días después de que la Guardia Civil liberara en  una nave de Mondragón a José Antonio Ortega Lara, tras permanecer cautivo por ETA durante 532 días, la organización terrorista secuestraba a Miguel Ángel Blanco Garrido, un joven economista de 29 años, concejal del Partido Popular en la municipio vizcaíno de Ermua.

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El jueves, 10 de julio de 1997, tras un intento fallido el día anterior, el concejal popular fue abordado sobre las 15,30 horas en la estación de tren de Eibar, localidad guipuzcoana en la que trabajaba, por la etarra I rantzu Gallastegui   Amaia, que consiguió introducirlo en un vehículo, donde le esperaba Francisco Javier García Gaztelu Txapote 

                                   Txapote                            Resultado de imagen de miguel angel blanco imagenes  

–futuro jefe de los comandos de ETA-. Le trasladaron a su lugar de cautiverio –todavía hoy desconocido-, donde le mantuvieron retenido hasta las primeras horas de la tarde del sábado 12 de julio.

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Tres horas después del secuestro, la emisora de radio Egin recibía una comunicación en nombre de ETA, donde reivindicaba la acción y  amenazaba de que, si antes de las 16 horas del sábado 12 de julio, el ministerio de Interior no llevaba acabo el reagrupamiento de los presos etarras en cárceles del País Vasco, Miguel Ángel Blanco sería ejecutado. Egin dio cuenta de la llamada a la consejería de Interior del Gobierno vasco y al Partido Popular.

                                                

CLAMOR UNÁNIME EN TODA ESPAÑA  "LIBERTAD"

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Aquel sábado los miembros del comando - TxapoteAmaia y José Luis Geresta Oker- trasladaron a Blanco a un paraje cercano a la localidad guipuzcoana de Lasarte. Mientras la mujer permanecía en el coche, Geresta sujetó a Miguel Ángel, arrodillado y maniatado, y Txapote le disparó a corta distancia dos tiros en la cabeza. El cuerpo moribundo del concejal fue localizado, sobre las 16,40 horas, por dos hombres que paseaban por la pista forestal. El cuerpo, aún con vida, se encontraba boca abajo y con las manos atadas con un cable eléctrico. Fue trasladado al hospital donostiarra de Nuestra Señora de Aránzazu. Tras permanecer en coma neurológico profundo durante doce horas decretaron la muerte cerebral alrededor de las 4,30 horas del domingo 13 de julio. El corazón dejó de latir a las 11 horas.

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ETA había cumplido su inhumana amenaza realizando uno de los crímenes más repugnantes de su historia. Si el atentado de Hipercor, diez años antes, fue una salvajada colectiva, el asesinato de Miguel Ángel Blanco fue un crimen singular, anunciado, que mantuvo en vilo a todo el país y que, como el atentado en el centro comercial barcelonés, marco un hito decisivo para la derrota política y policial de la banda.
Movilización popular
El secuestro de Miguel Ángel  provocó una reacción en la sociedad española sin precedentes. A partir de ese momento el pueblo de Ermua – donde vivía junto a sus padres y hermana-, con su alcalde Carlos Totorica a la cabeza, se lanzó a la calle exigiendo la libertad de Miguel Ángel y acompañando a la familia en aquellos dramáticos momentos. Primero en Ermua, y después en toda España, el país entero siguió con angustia, minuto a minuto, durante dos días, el desarrollo de los acontecimientos con la esperanza de que ETA no cumpliera su macabra amenaza.

                                                        Una vigilia con velas por Miguel Ángel Blanco en la madrugada del sábado 12 de julio 
El viernes, 11 de julio, miles de personas se manifestaron en muchas ciudades y pueblos de España. En Barcelona, los manifestantes desplegaron un gran lazo azul –convertido en el símbolo para pedir la libertad de Miguel Ángel- y encendieron 48 velas –las horas del plazo dado por ETA-. El mismo sábado, cuatro horas antes de cumplirse la hora límite fijada por los terroristas,  medio millón de personas clamaron sin éxito en Bilbao por la libertad del concejal popular. Al término del acto, muchos manifestantes se dirigieron a la sede de la coalición radical en la capital vizcaína, donde corearon gritos de repulsa a ETA.
Fue el precedente de los enfrentamientos que se produjeron, tras el asesinato del edil, en el País Vasco y Navarra entre grupos de demócratas y simpatizantes de Herri Batasuna. La formación abertzale, además de no condenar el asesinato, se había mantenido durante todo el secuestro en su ambigua posición de pedir la liberación de Blanco y el acercamiento de los presos. Durante los siguientes días, miles de vascos y navarros se sacudieron el miedo y tomaron las calles lanzando consignas contra ETA y su brazo político. En Ermua, miles de personas recibieron de rodillas el cadáver del concejal con gritos contra los terroristas: “HB, lo tienes que pagar” o “ETA, aquí tienes mi nuca”. El asedio a las sedes y locales abertzales produjeron momentos de gran tensión, con algunas decenas de heridos. Solo la intervención de la Ertzaintza evitó males mayores en la que fue la noche más larga para los batasunos.
El lunes 14 de julio, mientras en Ermua las principales autoridades del país acompañaban a la familia Blanco durante el sepelio de Miguel Ángel, una marea humana contra ETA –más de un millón en Madrid y otro en Barcelona- invadió las calles de todas las ciudades españolas para condenar el asesinato.
La repulsa hacia el atentado marcó un antes y un después en la postura social ante el terrorismo. En la localidad vizcaína nació el llamado espíritu de Ermua , que se convirtió en un referente social en la lucha contra el terrorismo exigiendo a la clase política unidad y firmeza de todos los demócratas contra ETA y sus organizaciones políticas.
El juicio a los culpables
El 20 de marzo de 1999, el etarra José Luis Geresta Mujika se suicidó en una campa de Rentería. El miembro del sanguinario comando Donosti formó parte del grupo que asesinó a diversos concejales del PP en la década de los 90. Se sospechó que Geresta podía haber estado vagando durante los últimos días de su vida tras haber abandonado  la infraestructura etarra a raíz de la detención en París, el 9 de marzo, de Irantzu Gallastegui, quién lo había captado para la banda en 1996.
En octubre de 2000, fue detenido Ibon Muñoa, concejal de HB en Eibar en 1997, acusado de proporcionar a ETA los datos para secuestrar al concejal  popular. Su detención permitió confirmar la identificación de los integrantes del comando responsable del asesinato de Blanco: el fallecido Geresta, Gallastegui y el autor material de los disparos, García Gaztelu Txapote.
El considerado jefe militar de ETA, fue detenido el 22 de febrero de 2001 en la localidad vascofrancesa de Anglet. En 2005 las autoridades galas lo entregaron temporalmente para ser juzgado por el asesinato de Blanco. En junio de 2006, la Audiencia Nacional condenaba a 50 años de cárcel a Txapote y a su compañera Irantzu Gallastegui Amaia como autores del secuestro y posterior asesinato del concejal del PP. La sentencia también prohibió a los etarras acercarse a Ermua durante cinco años a partir de su excarcelación. Además, el tribunal absolvió por falta de pruebas a Txapote y a Amaia del asesinato de José Luis Caso, concejal del PP de Rentería.
El sanguinario cabecilla sería condenado en sucesivos juicios a más de 450 años de prisión por participar en  otros asesinatos, entre ellos, los del policía municipal Alfonso Morcillo (1994), el dirigente popular Gregorio Ordóñez (1995) y el dirigente socialista Fernando Múgica (1996). El autor material del asesinato de Miguel Ángel Blanco y exjefe de ETA continua desde la cárcel encabezando el sector más duro e irreductible de la banda terrorista, siempre junto a Amaia (en la actualidad en la prisión de Huelva) con la que formalizaron su relación de pareja de hecho y tuvieron dos hijos concebidos en prisión.
En marzo de 2017, el juez de Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional le concedió un “permiso extraordinario” para visitar a su padre (carece de movilidad) en contra del criterio del fiscal y la Junta de Tratamiento de la cárcel onubense, en la que cumple condena. Aunque fuentes de la Audiencia Nacional aseguraron que no era la primera vez que se concedía un permiso extraordinario como este a reclusos etarras en primer grado (en base a la aplicación del artículo 155 del Reglamento Penitenciario) el hecho causó malestar en las asociaciones de víctimas el terrorismo.